Todos los alumnos con discapacidades tienen derecho a recibir educación en el LRE, en función de sus necesidades educativas individuales, y no en función del nombre que describe su afección discapacitante. Que a su hijo se le diagnostique una discapacidad intelectual o un trastorno emocional no implica que la interacción con alumnos sin discapacidades sea inapropiada.